Lean esta
noticia tan entretenida.
Ahora
piensen de qué se trata la noticia.
a) De la infidelidad
b) De “cosas que pasan en esta vida”
c) De hacer el huevón
La respuesta
correcta es “c”, por supuesto.
No podemos
controlar casi nada en este perro mundo. Y la razón es muy simple, casi todo
depende de muchos factores, de los intereses de muchas personas y, como dice la
alternativa “b”, de “cosas que pasan en esta vida”.
¿Qué podemos
decidir por nosotros mismos?: Solo una cosa: decir NO.
La iñora del
venado puede ser infiel cuando quiera, con quiera y las veces que quiera. De
hecho es irrelevante si “él” o “ella” son infieles si el otro no se entera, ni
lo supone, ni lo sospecha. Esta zorrita, por ejemplo, puede tirarse al jefe en
horarios de oficina, o durante la hora de colación, y no pasa nada. Además, el venado
no tiene como evitarlo ¿Piensa dejarla encerrada en la casa? Pues puede tirar
con el lechero, el profesor del gimnasio o el ex compañero de universidad. Además,
el pobre infeliz tendrá que trabajar el doble para ganar su sueldo y el que podría
ganar trabajando con el sudor de su frente la zorrita con la que se casó, si pretende
tenerla de “dueña de casa”. En ese caso, es mejor que se la coma el jefe ¡Ja!.
Lo único que
puede hacer el venado, es negarse a ir de huevón por la vida, y enterarse que
esos viajes de negocios han sido, son y seguirán siendo siempre, como dice la
Natalia Compagnon, “mitad placer, mitad negocios”. Son famosas las historias de
aquellos vendedores viajeros de antaño –hoy reemplazados por “ejecutivos en
viaje de negocios (todo muy top, obvio)-, que tomaban un tren en la Estación
Central con su maletín repleto de muestras, en un periplo hacia Puerto Montt.
Con el
tiempo, la “legal” se enteraba que el tipo mantenía sucursales en Talca,
Chillan y Valdivia, con hijos incluidos. También son conocidos los chistes
donde el marido llega de su viaje un día antes y pilla a la iñora con el patas
negras dándose porrazos en el catre. Hasta en Condorito aparece el chiste. Hace
unas semanas fui a ver la obra de teatro “Viejos de Mierda”, y cuentan lo
mismo.
El problema
del venado, entonces, no es que la iñora es una zorra, sino en no enterarse aun.
El problema no es lo que ella le dice o hace, sino lo que él le cree y permite.
El problema es decir que SI. Y la solución es decir que NO.
En todo
ámbito es igual. El problema no es lo que nos cuenta Bachelet en su campaña,
sino lo que los asopados le creen. El problema no es Rafael Garay, sino los
codiciosos que le compraron su discurso. El problema del venado no es que sea
venado, sino que es un venado que se queda cuidando cabros chicos, cocinando,
llevando hijos al colegio y pagando cuentas, mientras la zorrita afila con el
jefe, muy relajadita, en un hotel de Buzios, Yakarta o NY. Y más encima le manda fotos al pobre infeliz mientras los amantes
furtivos se cagan de la risa.
El problema,
entonces, no es lo que hace el resto, sino lo que nosotros somos capaces de
aceptar. No hay que ir de huevón por la vida.