Este país es
muy bananero. Por un “problema de agenda” se nos juntaron el partido de los “leones
de la roja de todos” con la “fiesta de la democracia”. Me imagino que los
señores políticos podrían legislar a último minuto y solucionar el asunto que
los acongoja, la posible baja votación.
Todo esto es
muy bizarro. El magno evento doble sucede durante fin de mes, y por lo tanto
pilla a ellos y ellas con el billete largo suficiente para arrasar con el
supermercado más cercano, especialmente la sección vinos y licores, y la carnicería.
Todo mal para la fiesta de la democracia, no está permitido expresar nuestra
preferencia en estado de ebriedad.
Las puestas
en escena de ambos acontecimientos se anuncian a partir de las seis de la madrugada.
Mostrarán a los candidatos tomando desayuno y a los leones lavándose los
dientes. Tendremos todo el día una programación cultural sin parangón.
En este lado
del mundo mundial, un grupo de chamullentos profesionales nos recordarán que
necesitan nuestro voto para terminar con esas injustas desigualdades que asolan
nuestras vidas. En el otro lado del orbe, otro grupo de chamullentos y
principales culpables de las desigualdades de nuestra querida tierra, nos piden
nuestro ánimo, nuestra devoción, que compremos unas cuantas entradas, los
productos que publicitan y una que otra camiseta, para lograr un triunfo y con
eso los millones de dólares que continúan negociando hasta el día de hoy con
Arturo Salah.
El
respetable público es un poco voluble. Celebran desigualdades e igualdades al
mismo tiempo. Si usted formó una empresa, debe ser esquilmado por la autoridad,
y para eso elije a su candidato; pero si usted salió bueno para la pelota, debe
tener un monumento y un Ferrari, y para eso prende la tele. Eso demuestra las
prioridades de los comedores de asados y bebedores de cervezas de
Barbarilandia.